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En un canal Veneciano


Amordazado y herido estaba flotando,
en un tranquilo y perdido canal veneciano,
le levanto un severo gondoles anciano,
a salvo supo que se llamaba Fernando.

Anoche le encontraron amando,
a la mujer del vecino Ponciano,
saliva en el rostro y fuetazo en el ano,
algunas piezas de la historia se iban armando.

Goce y gemidos horas antes en la habitación,
se entregaron una y otra vez con pasión,
no pensaron ni midieron el tiempo, vivían del calor,
se conocieron apenas ayer en el mercado con algo de pudor.

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De carnes y cebadas


Sentado en el parque del Retiro,
encendí un cigarrillo de la habana,
sentía ese día un frío de la macana,
te dediqué como siempre un suspiro.

Viejo recién conocido cómplice de la aventura
recorrimos la historia de la madre patria,
tomamos trenes y encontramos la locura,
horas de estación segoviana, nuestra Maria.

Sensaciones de sucesos y museos,
caminatas frente al palacio, ideas,
con un amigo las carnes y cebadas
reflexiones del licenciado Vasconcelos.

Goyette Dos Gallos.

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Azul podrido de amor

Mueres siempre que vuelvo a contar nuestra historia,
llegan a mí de nuevo esos días, días de mi memoria.
No abandonas aún este engañado corazón de amargura,
este corazón no guarda más cariño, gracias a tu tortura.

Se que todavía vives, y que respiras quizá lo mismo,
definitivamente andas, claro en la noche del espejismo,
tu belleza es nula, tu pasión inexistente mujer de humo,
perdida vuelas en el azul podrido que marca mi rumbo.

Goyette Dos Gallos

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Guardar tus tacones

Un día al despertarme ya no estabas,
siempre supe que debía robarte los labios
para meterlos en una caja y besarlos cada
vez que me acordará del día que me amabas.

Si vuelves te haré llorar para poder guardar
algunas de tus lágrimas y vaciarlas en un vaso
que tenga grabado tu nombre, así beberlas para
después recordar que tan amargo es el amor.

De haber imaginado que me dejarías algún día
hubiera guardado tus tacones, esos que hacían
ruido antes de llegar a mí, ahora si los tuviera,
me los pondría para que tu imagen otra vez viviera.

Goyette Dos Gallos