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Sábanas de verdad


Humedad negra que empaña mi pecho
en la caminata iracunda de la soledad,
paréntesis nuestro en este lecho
de rosas amargas y sábanas de verdad.


Fiesta de disfraces mortales y eternos,
junto a un gran salón de luces mutiladas,
búsqueda de las primeras horas disimuladas,
en una convención de lamentos maternos.


Afortunada sería la muerte de encontrarme
flotando en ese abismo que me sustrae
sin permiso, ahogado en la mirada cobriza
de mi amada que al verme me eterniza.


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Tu boca reservada para mí


Después de haber caminado, escupido y leído tanto
no tengo nada que contarte, tus ojos reclaman mil historias
que han desaparecido en el momento en que te vi.

Absurdo fue el pasado que me entretuvo mientras
vivías en otro tiempo, y con otro amor a lo lejos
de mis anhelos francófonos de una cruz en la montaña.

Has devorado mi memoria y regurgitado el olvido,
te temí aún antes de adivinar tu mirada incendiaria,
sobre una soledad envejecida y compañera del carbón.

En ese abrazo etéreo, se que al desprenderme de ti buscaré
tus manos que me acerquen a tu boca reservada para mí.
El deseo ya es mío, el anhelo también, solo me falta tu beso.

Goyette Dos Gallos

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Las horas del dragón



Despierto por cuarta vez en la noche,
para sacarle punta a mis sueños.

Abro los sentidos fuera de aquí
con una amante de mis gemidos.

Las horas del dragón me acompañan,
me besan y quizá hasta me aman.

Su esencia llegó a mí desde el oriente,
encontrándonos en la provincia francesa que me adoptó.

Cada noche, te buscaré, amaré y moriré
esperando que pasen la horas en Guy-Concordia

Goyette Dos Gallos

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El jardín de las delicias


Voy a escribir un poema antes de que se termine
esta noche de lunas verdes que me arrojan espinas,
en los escasos adoquines muertos de frío.

Lluvia en el calor de las comas de mis fantasías,
animales que nos llevan a través del jardín de las delicias.
Atrápame, ahógame en el sangriento lago de tus labios.

Extirpado de la kilométrica naturaleza de tu lujuria,
y alimentado por el dolor de tus uñas sobre mi piel,
busco al hombre que plasmó la burla de mi dolor en miel.

Goyette Dos Gallos.

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Seducción amordazada


Me vibra el pecho cual barril en carreta,
seguido de los sonidos negros que me acompañan,
objeto de mi temerosa lujuria secreta.

Pasión atada al escandaloso olor de la vid,
luces de miles de pozos conversos,
seducción amordazada y ofendida desde abajo.

Prometo mil hojas espesas, cinco clavos,
y una suerte de aventuras por contar,
solo te pido que me prepares el mate.

Goyette Dos Gallos

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Mujer de humo


Apareces cuando quieres,
te haces espesa y altiva,
aún cuando no me cubres.

Distinta a la misteriosa niebla,
contaminas el aire puro que busco,
metida estás en mí por gusto.

Otros aires me reclaman por ahí,
olvídate de tu inhalador, que al
soplarte me habré desecho de ti.

Goyette Dos Gallos

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Plaza de mil plazas


Sueño cansado de mis pies humedos,
caminata inclinada al escorial de huesos,
plaza de mil plazas que están por nacer.

Tormenta en un tren presuroso de calor,
marcha cansina de inmigrantes de color,
un amigo, ideas circundantes en la gran vía.

Palacios, guitarras de juglares modernos,
un jardín de aquí, y un futuro teatro de allá,
ella que me espera en una palabra quimérica.

Goyette Dos Gallos

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Grito de polvo


Maderas ruidosas que lloraban
orejas mutiladas de mermelada.
Corrales ensangrentados con cera,
arroyo gris de animal destripado.

Cabello enterrado en el arenal
de suspiros desesperados en el
dolor impaciente de la desolación
de un misil de odio y muerte.

Oscuras manchas sobre las calles polvorientas,
angustia sabor a sangre de un hermano,
presencia castrense en el agua del río,
lunas rojas aullando sobre la tierra.


Goyette Dos Gallos