2 comentarios

Sudando el papel


Siento la música que se agolpa en mi cerebro,
con cascadas de sangre chorreante,
de vacilaciones con ritmo,
y de luces que llaman a mi canto jadeante.

Se vuelcan los versos novelescos,
en un drama que alberga mi cabeza.
En bandera colgada a media asta,
marchando van las hadas de historia diversa.

Rayos de crema batida sobre la espalda,
de quién no se alcanza en la cabalgata.
De ropa roída y de nubes descoloridas,
es el grito de mis venas ya partidas.

Sudo sobre el papel de letras formadas,
ellas me hablan, sienten y espantan.
Es fuego sobre dedos descansados,
en una carta hiriente de favores soñados.

Goyette Dos Gallos

2 comentarios

El calor de tus entrañas


Me adentro entre tus entrañas,
fumando un cigarrillo de terciopelo amarillo,
viniéndome desde el más furioso de mis mares,
contemplando tus viscosos telares.

En el crepúsculo interior de tus vísceras,
escucho como es La Vie en Rose,
mientras trago un poco del humo rojo que emanas.
Una actitud que sólo el diablo conoce.

Siento el calor que guardas dentro,
del mal olor que revienta la flor,
recordándome el NAPALM,
de muerte y codicia en Vietnam.

Prendo uno, y dos, tal vez ya son tres,
en escenarios blasfemos, y sucios,
de una escuela de libertinaje
construida con cadenas de placer.

Ya son muchos, en esta noche,
de temores recitados en carne podrida,
por un hombre sin rencores,
que su nombre a gritos él olvida.

Magia de un perfume de mujer mojada,
conocida, apreciada, antes amada.
Reconociendo el reflejo de la vela,
perfecta incólume, enteramente entregada.

Ya son bastantes cenizas sobre el plato,
de muchas lenguas, ellas vivas y muertas.
Son sales sin filtro de pasión esperada,
en cánticos nacidos en la rítmica Jamaica.

Goyette Dos Gallos

1 comentarios

Llaves de desencanto


Quiero creer a través de mis lágrimas
ya concebidas, más no natas.

Quiero poder dibujar mi voz de niño
en papel de estraza.

Quiero batirme entre labios dormidos,
dónde sucumbe un pañuelo bañado por el suelo.

Quiero entregarte rosas de valor,
con espinas de dolor.

Quiero recrearme en la Verona lluviosa,
para tocar tu pecho de Giulietta melodiosa.

¿Qué pensarás ahora que te desterré de mi poesía,
que estás lejos de mi pensamiento, fuera de mis lágrimas,
y suprimida de mí aliento?

¿Aún respiras el ácido embriagador de tu soberbia?

Tabula rasa, querida.

Goyette Dos Gallos.

3 comentarios

Una mirada


La mirada lo es todo para los hombres,
cuando el corazón habla a través de ella.

Sólo le pertenece el polvo que cubre su faz.
Con tabaco entre los dientes y fuego en el alma,
les muestra ahí, en la mesa quién poesía el As;
ahora su mano encuentra el camino al arma.

Nombre no tiene, y poco le importa,
en el desierto la caricia del viento le corta.
Porque hambre y frío él a diario soporta,
el hacer justicia es lo único que lo conforta.

Goyette Dos Gallos

4 comentarios

Noli me tangere

Columnas de humo que componen
melodías en sepia de hojas secas,
aunque las ánimas en los telares se enojen
por la sal húmeda de la mujer que dejas.

Tierra efímera de miel
que pisa y hunde al infiel.
Son veladas sin papel,
en eterno y cerrado vergel.

Bosquejos de ideas soñadas,
susurros y caricias atadas,
Al ritmo de danzas malvadas
son las iracundas oraciones preñadas.

Goyette Dos Gallos

10 comentarios

El castigo lineal


El insomne es preso de una condena
que impuso el dios de la noche,
esta se padece con algo de pena,
pero sin lamento, ni reproche.

Divino castigo de la vida lineal,
dónde la tortura es no descansar,
porque nunca nada tiene final
y sólo la luna te puede besar.

En los mismos ruidos, y la misma iluminación
se conciben a los seres de nuestra imaginación;
la pluma y el papel entran en acción,
el darles vida y forma es mi adicción.

Goyette Dos Gallos

6 comentarios

Viento cautivo


Soy el latido furioso que encumbres
según los apuntes de la oscuridad,
apresado por las leyes de los hombres
en teología feminista de moral equidad.

De franceses laxos y discursos republicanos,
de valores, de derechos, llamadas, sólo eso.

Viento cautivo de herencia Sefardita,
descansando en tus labios cosidos,
de una rosa que enflorece bendita
por la certeza de los besos compartidos.

Goyette Dos Gallos