En el paraíso perdido
Secas con rudeza los besos,
donde no puede entrar
la lluvia de tus pestañas,
ni la risa de gélidas arañas.
Veo mi nuca en el espejo
y tu mano, en mi hombro
de algodón, despertando
al barbado ebrio, de su
sueño de cartón.
Está ahí, el ausente
violín de un grillo
sobre el lavabo,
y la ínfima nube
que apesta a ti.
Grave llora la fuente
en tu retrato de ternura,
luna que hiere mi paso,
cuando clarea su hermosura.
Goyette Dos Gallos
donde no puede entrar
la lluvia de tus pestañas,
ni la risa de gélidas arañas.
Veo mi nuca en el espejo
y tu mano, en mi hombro
de algodón, despertando
al barbado ebrio, de su
sueño de cartón.
Está ahí, el ausente
violín de un grillo
sobre el lavabo,
y la ínfima nube
que apesta a ti.
Grave llora la fuente
en tu retrato de ternura,
luna que hiere mi paso,
cuando clarea su hermosura.
Goyette Dos Gallos