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Abanico de ceguera


Con estas quemaduras,
de sensible y genuino ardor,
te beso desde las alturas,
sellando una carta, para ti, amor.

En tristes alaridos de locura,
inundo mis oscuras cuencas,
en las cruces de tu dulzura,
clamando piedad en Las Ventas.

Aún sin ojos y manos,
he de pintarte en versos,
sin ataduras y por un sin fin de años,
teniendo por guía, sólo tus besos.

Goyette Dos Gallos

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Carbón moribundo


He de comerme muchas letras,
si tu olor a sexo no me deja dormir.
Me toco una y cuatro veces la nariz,
queriéndome arrancar el color firme.

Trastornados deseos irrelevantes,
me conducen a la generación perdida,
de madres llorando en plazas saladas,
y gritándose unas a otras con las uñas clavadas .

Vienes a contarme sabores derretidos,
tocándote los ojos ya desaparecidos.
Inmóvil y sentada esperas entre papeles,
con ruidos de máquinas que deje de tocar.

Son silencios de carbón moribundo,
con relojes de jornadas aburridas.
No te puedo pegar con las botas puestas,
sólo decirte adiós en esta primavera.

Goyette Dos Gallos

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No dejo el rostro


No cambio mi rostro de ojos grises,
tampoco mudo mi boca de diversa mueca.
Quisiera que fuera como dicen “y fueron felices”,
aunque se, que ella ahora está hueca.


No me bastó ser pelícano al abrirme el pecho,
a picotazos sangré una idea lejos del lecho.
Fui drenándome hasta quedar maltrecho,
el amar esperando fue lo único que he hecho.


No hay tristeza, sí ilusión que es belleza,
quemando mis flores hoy, nada te lesa.
Mujer generosa, justa y de gran gentileza,
¿Quisieras ser por siempre mi princesa?

Goyette Dos Gallos

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El Pelícano


En marzo le grito al frío, si estando, no estás.
Hechizas a mis alas de noche cuando te vas.
Acallando mi amor con lágrimas como el que más,
me cosquillea el tiempo en mi vientre y atrás.

Escupiendo dignidad y orgullo es miga de compañía,
cuando sobrio, listo y valiente luchó por la Galia mía.
Clavó su espada en cuanto hombre infiel le combatía,
regresó a la patria defendida para vivir aquella felonía.

Con una flor por delante y como protección,
recorrió medio mundo con entera convicción,
de mantener ardiendo el fuego de la razón,
mientras dejaba lejos a la mujer de su corazón.

Goyette Dos Gallos