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Uma o ángel rubio

Se que amanecí, y me encontré
quizá sin otro nombre,
pero heme aquí,
con sensación a otro mar,
y labios de sal.


Tengo ganas de posarme
en muelles de rubia quietud,
de ir de la mano con mi juventud,
y proclamarme su amante.


Besarte, si el sol lo permite,
y si la luna lo consiente,
tomarte de una vez,
desarmándote en nuestro
concierto de Aranjuez.





Cazando soñolientas
sábanas pegadas,
buscando a tientas
tus alas plegadas.

Dejo un suspiro
con voz de niño,
lo que siento
por la rubia
que conmigo
vivirá en el retiro.

Goyette Dos Gallos

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Un corazón que no pidió


Un corazón que no pidió,
tiene la reina,
cargándolo con extrañeza
ésta se pregunta,
que sentiría si tuviera,
uno en su pecho de alteza.


Acercósele al órgano
y su palpitar sintió
por perfecta máquina,
tuvo admiración,
pero está no paró,
provocándole gran aflicción.


El rítmico ruido quiso acallar,
porque inundaba al palacio real,
fue así que lo mandara enterrar,
y viento frío corrió por todo ventanal.


No resistiendo el eco de los salones,
fue en su búsqueda, resultando ésta infructuosa,
de pronto escuchó un retumbar a trompicones,
y vio una espátula en una piedra lodosa,
así supo que hacer, al pintar sus ropajes a salpicones.


Goyette Dos Gallos