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Tanto austral como porteño

                                                                                             A MI CHILENITA



Necesito lamer la sal fría impregnada en tu piel,
que tu cabello sea nuestra manta sobre las rocas,
y que me hables con dejo un tanto austral como porteño.


Tus labios son estampa herida por el tiempo,
una canción que Neruda no nos dejo,
un rosario de cuentas gastadas entre las manos,
y un jardín donde las flores van en las muñecas.


Entre tu cielo y el mío, 
van las aves insignias de nación,
que procrastinan su vuelo lacerante
de terrible y queda fascinación.