Ese silencio cantado
Ese silencio cantado,
sin aliento de luz
y repicar lóbrego,
es en el pecho una cruz.
Tiemblan las sílabas,
inaudibles en estruendo,
de mil pisadas
profanas y lascivas,
de nuestro amor cruento.
Santifiquemos las lenguas,
en el escenario pedregoso,
de las caricias a tientas,
con el frío armonioso,
de aquellas execrencias.
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