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Que me quemen el pecho


Alcanzar el placer del otro,
es un gemido, un quejido,
de aire enrarecido,
por el sudor de un
solo cuerpo suspendido.


Tú, mi pensamiento,
y un te quiero mi sueño.
Con ese mordisco me quedo,
y como viento,
tu aliento en mi pecho.


Humedad y delirio, sólo eso.


Por arrancarte el deseo con mil suspiros
que me quemen el pecho, y rompan mi cintura,
encadenando mis brazos a la tuya,
he de tirar de tu cabello,
para juntos ver la luna.


Goyette Dos Gallos

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Soplando caminos heridos


Liberarte del destierro,
de leyes en púas carmesí,
mordidas sobre las piedras,
heme tendido aquí, en el sol de luna.

Soplando caminos heridos,
me quejo de no ser indio,
y cargar con mi destino
de explotador mestizo.

Nunca comeré esa tristeza,
ni respiraré la pureza,
de los dioses agazapados
en la solitaria grandeza,
que va del valle a la cresta.

Goyette Dos Gallos

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Mantilla


Podrá ser que me rompas el labio
desde el descanso de tu féretro custodiado,
que me acompañe un rosario en la mano,
y el anegado amor de tu mujer, hermano.


En pálido cielo, última visión de cuando ya no ves,
la tierra que cae para morir sobre tu ser,
me pesa esta vez, más que las lágrimas
sobre tus enclaustrados y sucios pies.


La mantilla sobre tu mujer,
la lápida que no te deja ver,
los hijos que no has de tener,
de tu vino, ¡Salud! he de beber.




Goyette Dos Gallos