Adoquines de vientre fecundo


La oración perdida de mis lágrimas,
sostenida por tu suspiro desalentador.

Alimento el coraje fastuoso, de un perro
terroso, golpeado a traición de vientre fecundo.

Orillado en la jaula de los nunca, y
tendido en la cama de los porqués.

Resisto en callo de la pasión, fueteado
por la costumbre del ferrocarril unión.

Ando porque si, en un ayer de rostros olvidados,
subiendo escaleras en un abismo que me pesa.

Goyette Dos Gallos

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2 comentarios:

Pau dijo...

que terrible es estar con el alma partida, mientras se arrastran los pedazos de vida que aun quedan en el cuerpo...

un beso amigo mio

saluditos


.............................Belisa

UMA dijo...

Tiene la fuerza de la oraciòn a veces, Goyette, como si sòlo su voz se oyera desde el centro de la nave.
Tambièn pesa el silencio.
Un beso, Goyette